miércoles, 21 de diciembre de 2011

Las buenas guitarras

Las buenas guitarras,
las nobles guitarras,
las casi por obligación guitarras,
maniquíes redondos que abren la boca
y me hablan de vos.

Tienen razón:
estoy en el lugar equivocado
con las personas equivocadas.

Tienen razón:
la araña que corre no teje
y el corazón que se vuelve pelota en la garganta
no miente.

Las buenas guitarras,
las nobles guitarras,
soplan melodías de pies azules
que pisan la nieve descalzas
e insisten que no duele.
No duele.

Las buenas guitarras,
las nobles guitarras,
escupen melodías,
la saliva toma tu forma,
e insisto que no duele.
No duele.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Sé que es porque te pienso

He visto pájaros arrancarse las plumas
mientras te pienso.
Dan ganas de arrancarse los pechos,
el pecho entero.

Sé que es porque te pienso
que la tarde está llena de palomas
semidesplumadas, desnudas
del cuello para abajo.

Sé que es porque te pienso
que esta muchedumbre está por tirarse
de cabeza, la muchedumbre
detrás de dos ancianas
que bajan la escalera del subte
lento y de costado,
lento y de costado
bajan.
Dan ganas de arrancarse los pechos,
el pecho entero.

He visto perros masticar sus propios huesos
mientras te pienso.

Sé que es porque te pienso
que hay perros que caminan arrastrando
una pata trasera,
un hueso inútil.

Dan ganas de arrancarse los pechos,
el pecho entero.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

La perra

Ya se dejó de creer en los árboles
hace mucho.
Ya se dejó de sentarse en la sombra
hace mucho.

Los sudores le dan el brillo al día.
La noche vuelve a perder su sentido.
Todos juntando los huesos que quedan
para rearmar la perra una y otra vez.

¿Volverá a ladrar? se preguntan los vecinos.
La niña de brazos cruzados
duda.
¿Para qué? se pregunta ¿para qué?

Vuelve a caer el precario esqueleto,
de vuelta el intento de reconstruirlo.

La gente de paso dirá ¡qué triste!
sin entender lo que pesan los huesos
en pleno verano, en plena democracia
escupida generosamente desde un helicóptero.

Nosotros somos la esperanza
que burbujea como espuma en la calle.

Nosotros le damos el brillo al día.

sábado, 22 de octubre de 2011

Tarde de ausencias (Avellaneda)

Somos compatriotas del deseo,
del desecho espiritual.

Somos sobrevivientes
de gases lacrimosos,
de las sonrisas de niños descalzos,
de esa mezcla confusa de río y mar.

Somos esa presencia
que se autoproclama Sur.
Le pusimos nombre a cada uno de sus perros,
hasta a los que no le lamen la mano a nadie.

Asistimos a las vigilias
de unos cuantos jóvenes asesinados.
Sobrevivimos
esa mezcla confusa de llanto y rock barrial.

Me acordé de mi padre,
vos te acordaste de tu padre,
fue una tarde de ausencias
(Tarde de Ausencias
es el nombre completo de Avellaneda).

Fue una tarde de ausencias,
salvo por los camiones
que hacían temblar las plazoletas,
salvo por los jóvenes
que jugaban a la pelota,
salvo por los afiches, los cartones,
y todas las demás cosas
que se habían resistido al viento.

jueves, 13 de octubre de 2011

Hola, soy yo

Hola, soy yo,
este animal respetuosamente ofendido
que lo trata de usted.

Soy yo,
la que buscaba el sentido de la existencia,
pero que sin anteojos me iba mal.

A lo largo de mi vida,
a mis peces los encontraron muertos,
flotando de costado.

Por eso, trepé este árbol
y comí de sus duraznos
dulces e invisibles.

Todo lo demás

Todo lo demás es fácil,
todo lo demás es simple,
apuntá,
dispará,
abrí la botella,
encendé el fósforo,
escuchá la lluvia.
Solíamos bailar así.

De repente, dejamos de buscarnos
en las esquinas,
empezamos a mirar el suelo,
hartos de hablar

del perro
atropellado.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La calma abstracta

I.

Se trata de llenar y vaciar los mismos bolsillos,
el trabajo,
la calma abstracta.

II.

Investigaron las causas de sus corbatas.
Conclusión: esponja aceitosa, el tiempo
impone superficies no deseadas.

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domingo, 28 de agosto de 2011

Consultorio

Siento un dolor en la sirvienta doméstica.
No se preocupe, es normal que suceda.
Le recetó pajarificantes (dos por día).
Al día siguiente su sangre volaba sobriamente,
pudo volver a trabajar
y olvidarse de las zonas de terror en su cuerpo.

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Reinado

I.

Hoy, hoy, hoy, señora, hoy
cómprese vellos
para los pechos de sus hijos.
Hay, hay, hay, señora, hay
huevos, huevos dorados, huevos blancos,
huevos lacrimosos, huevos llorados.
Hay guerras, señora, hay guerras,
comienzos y finales,
porvenires estupefactos
en manos petrificadas.


II.

Cerrá el paraguas, boba.
Pisá el pequeño esqueleto, total.
Sentíte bien,
sentáte reina,
sentáte a contemplar
el vuelo de los escombros.


III.

Soplá, dale, soplá.
Hay que soplar fuerte para que vuele
este pájaro anulado.


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jueves, 25 de agosto de 2011

Piel de infancia

I.

Los mismos pájaros en las mismas ventanas,
la misma niña de quemaduras antiguas.


II.

La puerta en llamas (la piel de su infancia),
un sólo deseo cruje en su garganta,
sus huesos se abren de tanta mujer.


III.

El pie que traba la puerta,
grito que sostiene el techo,
esta casa que sigue existiendo
por un descuido.


IV.

Dando de comer a sus cómplices,
la neblina reparte el mar entre los ausentes.
California se hunde.


V.

Deja la burbuja suelta
para que sufra
su propia fragilidad
en su lucha contra el aire.


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viernes, 12 de agosto de 2011

Convivencias

I.

Pronóstico del día:
oreja solitaria en la nieve de los ancestros,
visibilidad reducida por copulaciones.


II.

Los invitados lamían las patas de las mesas,
mientras gritos latían en el fondo de las copas,
en la cocina amasaban un árbol santo,
verdes fibras de una nueva memoria.

Al final, había que correr los muebles
y convivir con las hienas intrusas.


III.

Las mujeres tejían caballos de arena
cuyos derrumbes incesantes
fastidiaban a los espectadores.

Miraban el círculo vacío en la pared,
había que llegar a casa,
era la hora para arrojar a los hijos
hacia el insomnio.

Había que saludar a la cabeza que rodaba
por las calles imitando el silbido de un misil.

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puchos autobiográficos

I.

Acepto la tarea
de arrastrar tus silencios por el puerto,
nombrar las piedras de tu corazón,

pero no finjas un camino
arbolado de paz en tu mirada
cuando en tus ojos está alguien forzando puertas,
volteando muebles, quemando hojas,
arrojando cuerpos al mar.

Acepto la tarea
de comer las avispas y los picos
de las aves que habitan
la tumba de tu voz de día

pero no montes tu caballo ciego y eterno,
girando tu furia hacia el puerto,
lanzándote hacia el frío
para tragártelo entero y burlarte
de la susceptibilidad del mar.


II.

Tu mirada: antología
de puchos autobiográficos
apagados en pieles ajenas.


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sábado, 23 de julio de 2011

Niña amarilla

I.

Tu nombre manzana tragada entera
el silencio dentro del ruido
la guerra dentro del silencio



II.

Entre los fuegos de la miel
había algo amarillo
algo gris que dejaba
las superficies semimasticadas
y entre estatuas de carne
tu voz, tu lengua suavísimo pez
sin escamas, sin abejas, nadaba.
Día de barro, de polvo y aceite,
todo capa de miel y fuego,
todo negro pez nadando en el aire,
abríamos las bocas hacia el cielo.



III.

¿Y la niña amarilla?
¿Sigue habitando esa serpiente abierta?
Se le habían puesto azules los pies
por andar sobre el vientre que latía intacto.

Quería pintarse verde,
atarse a un poste en la plaza central,
llamarse árbol o juan,
ya no ser ese ser
acariciado eternamente
por los dedos postizos del olvido.


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miércoles, 13 de julio de 2011

Las superficies explicadas

I.

Un telescopio de verdad
vería la blandura de los huesos
que apenas sostienen la noche.


II.

No me preocupan los ojos de pez
que microscópicamente componen
el universo y me miran, tampoco
el sonido brilloso y semilíquido
que éstos hacen en el momento de
ser arrancados de las superficies.

Lo que sí: 1) el ser extraño que quema
detrás de las puertas de la vigila,
2) y ciertas cosas que siguen pegadas
desesperadamente a lo escondido de uno.


III.

- Hay cosas que no – le decía – mirá,
por todos lados, ¿ves? – y muy dedo índice
la arquitecta le explicaba que había
que hundirse más en el asfalto, rápido,
había que entender que el cemento antes
y después el mar, error común entre
ahogados principiantes.


IV.

Hicieron campaña y llenaron campos:
miles de cuervos recién escupidos.
Todo era negra espuma, negro aliento
de langostas hambrientas, comían hasta
los edificios, las cosechas, fuegos
y verdes, todo. Hasta que los párpados
azules cerraron sobre la tierra
que ahora mojada, pálida recuerda
los bosques que comimos en su honor.


V.

El jardín aplastado
yeso para curar
amarillento el odio
noche sin tantos grillos
llorando de asombro y memoria.


VI.

- Cuando me muera – dijo
columna vertebral
tan vibrando de abejas
- Cuando me muera, cuerpo:
árbol y miel.



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miércoles, 29 de junio de 2011

Muertes y formas geometricas

I.

Ella, rechazada por el hospital de blancos,
se dibujó triángulos de dolor en el vientre.
- Déjenme morir aquí, al lado de sus muertos.

Ahora, su memoria reposa en un frasco sucio,
donde en la doble sombra espera su doble muerte.


II.

Se sacó su rojo traje de carne
y lo colgó junto a sus otras cáscaras.
- Pero debí nacer rectangular
y filosa – decía – aunque a mamá
le tuvieran que coser los costados.
Así podría cavar un rincón
para mí en el fondo del crepúsculo.



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miércoles, 15 de junio de 2011

Avispero

I.

Abrir los ojos y sólo
encontrar las dos esferas
de carne: ciegas y densas.

Porvenires estupefactos
en sus cárceles de mimbre.


II.

Emigrar hacia el sur de tu mirada,
todavía tan dividida:
con uñas escupidas hacia el norte
con sombras vomitadas hacia el sur.

Declarar los propósitos de mi estadía:
Tengo en pecho una reliquia de cobre inútil,
pero que brilla, eso sí,
desde su coagulada redondez.


III.

Después de tantas vueltas en el aire
de tu caída acrobática hacia mí,
el pájaro que posa en tu cabeza
te queda grande y al techo, pues, le duele
como tu mente a mí, cruda belleza.


IV.

Debido al engaño meteorológico,
un brote de llanura en todo el país,
¡Y qué manera de fingir cenizas!
¡Qué procesión de soldados insólitos!

Boca arriba, crecen las tibias sombras,
mientras trágicos, los soles equívocos
se caen por los bordes del viento.


V.

Ensayabas tu martirio
y tus párpados tardíos
cerraban sobre ojos secos
tan hundidamente negros.

VI.

Mientras, lejos, en mi garganta
se anidaban avispas silenciosas.


VII.

Otro poema más:
otra cicatriz dibujada en la arena.


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miércoles, 1 de junio de 2011

Aves, parásitos y seres diminutos

I.

El borracho amanecía
vomitando centenares
de mujeres diminutas
cuyos cuerpos desbordaban

la vereda. Perecían,
pisoteadas por la gente
que pasaba sin mirar
el escándalo resbaladizo.

II.

Porque algún día entrarán los obreros
por la pared rompiéndola y sonriendo
te ofrecerán la compañía ajena
de sus hijos que comerán las moscas
que tanto y tanto te jodían de noche.


III.

Inhóspito país enano
el parasito redondo
hombre de lentes oscuros
el que siento que me mira.


IV.

Dejá, por favor, tu lengua asfixiada
debajo de la puerta que estoy muy ocupada.
Después me ocuparé de su cuerpo desplumado
y su sepultura: ese pozo que murmura
un discurso sobre las técnicas del olvido.

V.

Soy pájaro costurero de nubes
deformes. Quiero volarle el sombrero
azul al alba, antes de escuchar
lluvia caer sobre tu pecho desnudo.


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lunes, 9 de mayo de 2011

Mamíferos e insectos

I.

Quisiera dejar de ser
este mamífero que
se ahoga constantemente:
tiembla y jadea, jadea y tiembla.

II.

Hay que coserle la boca
al perro que ladra los minutos
dentro de mi infierno inevitable:
la noche, la poesía.

III.

Cuando el deseo me exprime,
goteo y le tierra muere.
Soy veneno, lo sé.

IV.

Hay un ave que observa,
mi mano, palma arriba,
que hacia el cielo se pudre.

V.

La palabra salió de su boca
como una mosca gigante
y no había forma de detenerla
ni al hacha que caía

desde arriba, que sólo ella veía,
que seguía, mientras nosotros,
incapaces de verla, sentimos
sólo el filo dividiéndonos.

VI.

Algún día llorarás
lágrimas que zigzaguean
nerviosamente por tu cara.

Querrás envenenarlas:
a estas hormigas asustadas
que no merecen vivir.

VII.

Perro, que como a una herida lame el fuego:

tan torpe y mal planteada mi evolución.



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