sábado, 23 de julio de 2011

Niña amarilla

I.

Tu nombre manzana tragada entera
el silencio dentro del ruido
la guerra dentro del silencio



II.

Entre los fuegos de la miel
había algo amarillo
algo gris que dejaba
las superficies semimasticadas
y entre estatuas de carne
tu voz, tu lengua suavísimo pez
sin escamas, sin abejas, nadaba.
Día de barro, de polvo y aceite,
todo capa de miel y fuego,
todo negro pez nadando en el aire,
abríamos las bocas hacia el cielo.



III.

¿Y la niña amarilla?
¿Sigue habitando esa serpiente abierta?
Se le habían puesto azules los pies
por andar sobre el vientre que latía intacto.

Quería pintarse verde,
atarse a un poste en la plaza central,
llamarse árbol o juan,
ya no ser ese ser
acariciado eternamente
por los dedos postizos del olvido.


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