miércoles, 7 de diciembre de 2011

La perra

Ya se dejó de creer en los árboles
hace mucho.
Ya se dejó de sentarse en la sombra
hace mucho.

Los sudores le dan el brillo al día.
La noche vuelve a perder su sentido.
Todos juntando los huesos que quedan
para rearmar la perra una y otra vez.

¿Volverá a ladrar? se preguntan los vecinos.
La niña de brazos cruzados
duda.
¿Para qué? se pregunta ¿para qué?

Vuelve a caer el precario esqueleto,
de vuelta el intento de reconstruirlo.

La gente de paso dirá ¡qué triste!
sin entender lo que pesan los huesos
en pleno verano, en plena democracia
escupida generosamente desde un helicóptero.

Nosotros somos la esperanza
que burbujea como espuma en la calle.

Nosotros le damos el brillo al día.

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